'LAS MEMORIAS DEL PADRE CHABEBE'
Miércoles, 12 de noviembre de 2014
Por Eduardo Mesa

Dios me hizo cura es la más reciente entrega de la Editorial Silueta, un libro que reúne las memorias del sacerdote católico Jorge Bez Chabebe, hijo de inmigrantes libaneses que fue ordenado sacerdote en la Arquidiócesis de Santiago de Cuba por Mons. Enrique Pérez Serantes el 26 de marzo de 1950. En este libro el P. Chabebe nos relata su camino hacia Dios, meta de su existencia. Lo hace con una prosa limpia, sencilla, que fluye en armonía con la sinceridad del testimonio. Este caminar hacia Dios es la columna vertebral de un relato que, en medio de tanta frivolidad y hedonismo, nos invita a preguntarnos por el sentido de nuestras vidas.

Publicar este testimonio es una apuesta un tanto arriesgada para un proyecto aconfesional como la Editorial Silueta, porque las memorias del P. Chabebe constituyen un desafío al cada día más abarcador discurso de lo políticamente correcto, intolerante en nombre de la tolerancia, inhumano en nombre de un supuesto humanismo.

No es, en modo alguno, un libro exclusivo para católicos porque los asideros morales del P. Chabebe son comunes a cualquier persona; pueden, por tanto, servirnos de referencia aún al margen de nuestras creencias. Aunque conviene precisar que no es un catolicismo avergonzado el del Padre, sus memorias confluyen con lo mejor del cristianismo. En este sentido es oportuno recordar estas palabras del escritor Rodolfo Martínez Sotomayor durante la presentación de Dios me hizo cura: “Las naciones guardan una reserva moral que sale a la luz en los períodos más oscuros, y así ha sido a través de toda la historia de la humanidad. La religión es parte fundamental de la cultura de un pueblo y el cristianismo es uno de los ejes centrales que sostiene la civilización occidental.” Me atrevo a agregar que el olvido y el menosprecio de este pilar de nuestra civilización nos empujan a la decadencia, expresada en el denominador común de un ateísmo práctico, donde lo material se convierte en la norma del éxito para la existencia humana.

Estas memorias del P. Chabebe también constituyen una valiosa contribución a nuestra historia reciente. Su alegato, como testigo de numerosos crímenes e injusticias cometidos en los albores de la Revolución Cubana, resultará valioso para la necesaria reivindicación de las víctimas. Se echa de menos, sin embargo, una valoración más precisa de la situación del catolicismo cubano de la época y del papel de la Iglesia ante esos cruciales acontecimientos; así como una aproximación más minuciosa a la vida de Mons. Riu Anglés y Mons. Pérez Serantes, personalidades del episcopado cubano de entonces, de las cuales el P. Chabebe fue un cercano colaborador.

Muy valiosas resultan, para una mejor comprensión de los avatares de nuestra nación en diáspora, las experiencias de este sacerdote como miembro prominente de un exilio que ha dejado honda huella en el país que lo acogió. Estas memorias nos cuentan, desde la singular perspectiva de un clérigo, el desafío de una comunidad que debió sobrevivir en tierra extraña, intentando echar raíces en la tierra de acogida sin perder su identidad, con las inevitables tensiones que esto ocasionó no sólo en la sociedad del momento en Miami sino también en la Iglesia local.

Hay en este libro cierto aliento épico, que nos recuerda que el cristianismo es una aventura, la gran aventura de quien lo asume como fe de vida. Esto es algo que los creyentes a veces olvidamos en la grisura de lo cotidiano, pero que se recupera con la lectura de estas memorias que nos invitan a romper nuestros actuales esquemas de ramplona comodidad.

El P. Chabebe ha perseverado en su sacerdocio y ha superado con valor, serenidad y sentido común muchas tentaciones. Parafraseando al Evangelio pudiéramos afirmar que ha puesto la mano en el arado y no ha vuelo la vista atrás, no lo ha hecho porque tenga una comprensión estrecha de la obediencia o un estoicismo carente de amor, de estas páginas se desprende que el P. Chabebe ha sido fiel porque ha procurado amar a Cristo en cada hombre y mujer a su paso, porque ha comprendido que la ruptura de su compromiso sería, en primera instancia, ir contra sí mismo.

Quizás ahí radique el secreto encanto de esta obra, escrita con sencillez, editada con ternura, pero sin renunciar al trazo firme de lo verdadero, un atrevido proyecto de la Editorial Silueta, una obra poco común en el entorno editorial cubano.

 
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