'ESAS DIVINAS COSAS', TRIBULACIONES Y ALEGRÍAS DE UN TRADUCTOR
Por Manuel C. Díaz, El Nuevo Herald
Domingo, marzo 6 de 2011

A pesar de su poético título, el libro más reciente del escritor cubano Juan Cueto-Roig, Esas divinas cosas (Editorial Silueta, 2011), no es un poemario. Aunque podría serlo; si fuesen suyos los versos que aparecen en el mismo. Pero no lo son. Son traducciones -todas hechas por él- de Shakespeare, Shelley, Blake, Yeats, Emily Dikinson, Robert Frost, Ezra Pound y Maya Angelou, por sólo citar algunos de los poetas traducidos. Porque de eso trata este libro: del difícil arte de la traducción poética. Y aunque hay ejemplos de los "rejuegos semánticos, de la alquimia y las frustraciones que entraña una traducción poética", no es un manual de aprendizaje. Aquí no hay técnicas para interpretar metáforas. Ni fórmulas para desentrañar imágenes. En realidad, este inusual volumen es, como lo calificó José Abreu, "un acercamiento a la poesía desde la sensibilidad y el gusto de un traductor".

La traducción es una de las actividades (en estas circunstancias no es apropiado decir "oficio") más antiguas del mundo. Las primeras evidencias escritas de una traducción se encuentran en la llamada Piedra de Rossetta (donde un mismo texto aparece en egipcio y en griego), y en la "versión alejandrina" de la Biblia, mandada a traducir del hebreo al griego por Ptolomeo Filadelfo, en el siglo III, a.C. Y es también, además de la más antigua, la más incomprendida. Y la más ignorada, podríamos añadir. Nadie recuerda el nombre de los múltiples traductores de, por ejemplo, Las mil y una noche, La Iliada, Los miserables y La guerra y la paz. O el del que al traducir The Waste Land, de T. S. Elliot, supo escoger el restallante adjetivo "baldía", en lugar de los manidos "inútil" o "arruinada". Los ejemplos son muchos. La poesía no puede traducirse de una manera literal. ¿Cómo escoger, entonces, la palabra adecuada? Borges llamaba a este proceso selectivo "una infidelidad creadora y feliz". Juan Cueto-Roig, refiriéndose a su traducción de los poemas de E. E. Cummings, lo explica de esta manera: "Traducir poesía es un reto embriagador. Las dificultades son enormes. Y en este caso mucho más, ya que Cummings es un poeta muy difícil. "Handsorgan" significa órgano u organillo. Ambas palabras tienen en español más connotación anatómica que musical, sobre todo la última, que para colmo suena a higadillo. Por lo tanto, decidí usar "organillero". Preferí al músico en lugar del instrumento, lo cual no desvirtúa en nada la idea del poema".

Los ejemplos continúan en el siguiente capítulo. Dice Cueto-Roig: "Daffodils" es una palabra muy común en poesías y canciones en inglés, y tiene en dicho idioma un significado único. No así su equivalente en castellano que es "narciso", vocablo con una directa connotación mitológica. Por eso escogí "lirios". Y me pregunto: ¿Podría una de esas máquinas de traducir (que las hay: se inventaron en pleno apogeo de la Guerra Fría) escoger, por su cadencia oral o por la intención explícita del poeta traducido, entre la delicadeza de un lirio o la acampanada corona de un narciso? Creo que no. Ni Google Translate, con sus 52 idiomas incorporados, podría hacerlo. Aquí no valen los códigos de Warren Weaber; ni la casi cósmica velocidad de un search engine en busca de oraciones similares previamente traducidas en algún lugar de la Internet. Para traducir poesía se necesita un poeta. Uno como Juan Cueto-Roig, capaz de apropiarse de un oscuro tropo sajón y convertirlo en una luminosa metáfora antillana. Para traducir poesía, hay que decirlo una vez más, se necesita un poeta que como Cueto-Roig haya hecho suyo este fragmento de Eugenio Florit: "Hay que volver a ellas,/ las pobres letras solas/ para que vivan otra vez/ con el arrimo de la pluma/ que les sacuda del dormir que guardan/ para que surjan del silencio de su muerte/ y vivan, sí, de vida firme/ esas divinas cosas: las palabras".

Juan Cueto-Roig nació en Caibarién, Cuba. Exiliado de la Isla en 1966, reside en Miami. Ha publicado los libros de poesía En la tarde, tarde (Miami, 1996), Palabras en fila, en clase y en recreo (Madrid, 2000), En época de lilas, traducción al castellano de 44 poemas de E.E. Cummings (Madrid, 2004) y Cavafis, veintiún poemas traducidos del inglés (Miami, 2010). En narrativa ha publicado Ex-Cuetos (Miami, 2002), Hallarás lobregueces (Miami, 2004) Verycuetos (Miami, 2007) y Veintiún cuentos concisos (Editorial Silueta, 2009).
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