Noche de la presentación del libro Es triste ser gato y ser tuerto
 
Miami, abril 29 de 2011

Palabras de Armando de Armas

Pulido tenía un ángel y tenía también un demonio, eso es lo que lo hace grande. Yo nunca lo conocía en Cienfuegos, pero allí en aquel tiempo se da esa mezcla de marginalidad, intelectualidad, iglesia católica y marginalidad dura y pura.

Cuando Pulido sale a la calle se relaciona con ese grupo, allí se hablaba de mí, ya que eran mis amigos y me rodeaba cierta leyenda negra. Él cuando hablaba conmigo venía más buscando la leyenda negra que al escritor. Quiero decir con esto que él era como un ángel que estaba seducido por la parte oscura y la buscaba y le gustaba y de eso está llena su obra. Más allá de lo que padeció al ser detenido en Cuba, también se ve en él que estaba marcado por la miseria que es el plano físico y añoraba liberarse de ese mundo carnal. Recuerdo ahora a Bukovski cuando dice que le molestaba despertarse y abrocharse los zapatos. Él vivió en el comunismo y este es la irrealidad total que no puede comprender nadie, pero aún en libertad, yo recuerdo que al verlo en la Iglesia donde tenía una vida bastante tranquila, él constantemente decía que quería irse de ese refugio.

Yo en esa época trabajaba en el grupo para la democracia en Cuba y le conseguí una posición. El hablaba el inglés fluido y el me preguntaba sobre lo que opinaba la jefa de su ingles, yo bromeando y le decía que la jefa opinaba que su inglés era como Tarzán.

Yo creo que en realidad él fantaseaba con irse de ese trabajo en la iglesia, pero no es lo que quería verdaderamente. A veces llamaba a las 3 de la mañana diciendo que se iba a suicidar, yo soy sincero y digo que nunca creí eso, pensé que era parte de la pose del adolescente que quiere ser maldito. Al final, yo le decía que buscáramos cuatro mujeres y recordáramos las orgías del imperio romano, el terminaba riéndose. El día en que decidió hacerlo, no me llamó a mí, lo hizo a todos sus amigos menos a mí. Me gusta pensar que de haberlo hecho, hubiésemos terminado riendo, tal vez ese día ya lo tenía decidido y por eso no me llamó.

Siempre con Pulido hay una gran incógnita y uno siempre se pregunta qué sentido tiene lo que hizo, tal vez estemos marcados por un destino. No sabemos qué es lo que rige al hombre, si el libre albedrío o el destino.

En mi caso, cada vez que alguien me habla de entendimiento con la dictadura cubana, yo me acuerdo de Pulido y es que el caso cubano ha estado trampeado siempre. Ahora con el alzamiento en el mundo árabe, dicen dos científicos norteamericano que aconsejan a los movimientos de resistencia cívica que no se arregle un diálogo con la dictadura, ni aún cuando esta se esté cayendo y en el caso cubano es al revés. Existen movimientos que hablan de un entendimiento con la dictadura aún cuando esta está fuerte.

Cada vez que esto ocurre, la imagen de Juan Francisco Pulido, sonriente, con un vaso de ron en la mano me viene a la mente, ya que hombres como Pulido, niños como Pulido son las secuelas que ha dejado esa dictadura, es la destrucción del talento, la destrucción de las vidas en la adolescencia.

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