"LA CRUZ DE BRONCE"
Por Luis de la Paz, El Nuevo Herald
Viernes, 1 de enero de 2016

La anécdota de La cruz de bronce (Editorial Silueta, 2015) de la escritora Elvira de las Casas (Cienfuegos, 1955) es solo un excelente pretexto para tejer una pieza que se mueve con soltura por distintos espacios y geografías, hasta alcanzar con una prosa dominante, un asombroso manejo de los tiempos y permitir que desafiantes voces narrativas se hagan sentir, proporcionándole al lector una fiesta de intrigas, situaciones y variaciones en el lenguaje.

A manera de resumen: una cruz que se remonta a la Edad Media, en Burgos, España, se convierte en una reliquia familiar que pasa de mano en mano hasta que por circunstancias muy puntuales llega a Cuba, donde se le pierde el rastro. En el 2010, un español se pone en contacto con una de las posibles herederas de la cruz de bronce, y le ofrece una apreciable recompensa si encuentra y le entrega la prenda. Esta es, sin lugar a duda, una historia llena de sorpresas, un texto muy femenino por las descripciones que se tejen para pulir los personajes. "Su abuela la despidió con un abrazo antes de verla montar el caballo preparado desde la noche anterior, y antes de que partiera, le puso en el cuello una cadena con una pesada cruz. Cuídala mucho, mi niña, le dijo. Me la dio tu abuelo cuando nos casamos. Es una reliquia de familia y sé que te va a proteger. Hala, vete a buscar la buenaventura".

Este párrafo, que se remonta a 1889, contrasta con el de uno de los herederos en la Cuba de 2010. "Una noche me anunció que iba a dejar la escuela, porque ella también quería irse pa' la Yuma, como casi todo el mundo y, si seguía estudiando, nunca la dejarían salir de Cuba o por lo menos tendría que esperar una pila de años, y llegaría a Miami con la cara arrugada y las nalgas llenas de celulitis".

Estas voces disonantes amplían la secuencia narrativa algo que logra con efectividad De las Casas, subrayando los distintos entornos. El lector participa de una novela con rasgos históricos; se adentra en la saga de una familia que adquiere presencia a través de una valiosa cruz de bronce, pero cuyos personajes tienen vida propia, por lo que la interrelación de los tiempos que conduce la narración (donde no hay apenas diálogos, pero sí descripciones que se cruzan en distintos siglos), conecta un remoto pasado ibérico, que impacta el atribulado presente insular en Cuba. El interés del español Felipe por recuperar la reliquia y la desesperación de la joven Yurásica por hallarla, para que se cumpliera la promesa del peninsular: "Tú me consigues la reliquia y yo te hago española en menos de 15 días", es el eje conductor del logrado texto.
Esta novela está llena de guiños, de situaciones ingeniosas, de otras sorprendentes, de humor y hasta de la picaresca del cubano, en particular al final del libro. La cruz de bronce viene a confirmar algo que ya se hacía evidente en Doce mensajes a Hércules: el poder dominante de Elvira de las Casas, como escritora.

 
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