Noche de la presentación del libro Rondas y presagios
 
Miami, febrero 8 de 2013

Palabras de presentación por Juan Carlos Valls

Rondas y presagios: Un puente hacia el futuro

Quien les habla esta noche es mi condición de lector, mi experiencia de haber transitado innumerables estelas para, al fin convertir ese viaje en el presupuesto de una vida. Un simple ojo ensimismado. Eso soy. Pero en esa simpleza, redunda la posibilidad de atrapar cuanto vuelo raso consiga en mí una visión otra, un observar desde, quien a falta de muchas vidas convirtió la que tenía, cual minucioso Biólogo, en un inventario de las pequeñísimas partículas de su existencia.

El verbo "recomendar" no siempre está acompañado de una "certeza", a veces nos guía la compasión, la duda, la impronta de ciertas historias que encierran en sí mismas universales temas que ganan el conflicto entre lo humano y poéticas esenciales.

Pero este lector que les convoca hoy, tuvo ante sí el asombro como punto de partida, abrir un libro, precedido además por la categoría de "Resumen de su obra", conlleva la experiencia de ver pasar como en una película silente, no solo lo memorioso sino también aquello que en forma de pezuña rasgó y quebró nuestro esqueleto poético.

El título "Rondas y presagios", el autor Reinaldo García Ramos. A Reinaldo le conocí a través del amigo Germán Guerra quien nos convocara, a finales del 2003 en su casa de Kendall y en compañía de Carlos Victoria, Heriberto Hernández Medina, Félix Lizárraga, Ramón Alejandro, entre otros, a la orilla de un hermoso lago y sobre el entablado de un embarcadero, en donde atardecimos leyendo poemas y descubriéndonos los unos a los otros; un fervor que luego convirtiérase en amistad y más tarde en admiración creciente.

Llegó a mis manos "Caverna fiel", poemario publicado por la Editorial Verbum de Madrid en 1993 y que el buen amigo Carlitos Pintado me prestara y que hasta el día de hoy permanece en la vecindad de los libros que prefiero. Luego vino "En la llanura", "El ánimo animal" y con ellos una certeza que no regalo fácilmente; quienes conocen mis obsesiones, saben que cuando un poeta me consigue es porque abrí zanjas, cavé túneles y hurgué en sus cavidades hasta entender cuánto de él se posesiona en mí y cuántas de sus vidas sucesivas podrían ser el espejo de mi propia aventura.

Reinaldo es el sobreviviente de una vida demasiado ancha, el caminante a quien la sequía de su tierra le hizo buscar tierras extrañas, nuevos monumentos donde depositar sus flores de sangre y nuevos cuerpos en los que el arte amatorio tuvo que transformarse en furia de sí mismo, en carnada, en vastedad documental que le aportó a su obra silencios únicos, reflexiones, ardides en la decantación de lo que él describe como "quedarse en carne viva".

En la contraportada del libro Liliam Moro lo retrata, define el equilibrio entre la gran cuartada que es vivir y el laberinto mental donde el poeta, con total desasosiego, escoge las paredes semánticas, donde cuelga, sin vileza, sus palabras.

Siento que es el testimonio de quien perdonó a los que, caprichosamente fueron sus enemigos, un hermoso ardid, para entrampar viejos espíritus que, aún hoy, rondan los pasadizos que nacen desde él hacia el lector insomne que necesita ver la radiografía de sus propias miserias.

"Rondas y presagios" es, en esencia, el resumen de una vida, pero con la especial virtud de no haberse dejado conquistar por la grisura de ríspidas circunstancias; Reinaldo, esboza sin piedad cuanto duele y cuanto pesa pero también sostiene con decoro una bondad poética que hace de su razón un claro en medio del bosque.

Sabe que estuvo mal la zancadilla, el hurto, desbaratar la isla, pero cántaro a cántaro pone su corazón a salvo de las idolatrías, y ahora es él, un poeta constante, que más allá del artificio sigue encontrando voces en medio de la noche.

Cada poema es dueño de su propia sorpresa, cada asunto está ligado intrínsecamente a lo que el poeta demuestra con creces que es indispensable, visceral y al mismo tiempo mínimo en tanto su conflicto, que sería si fuese mirado desde las estrellas ¿Eso es, en mi delirante cabeza de lector, lo que jerarquiza, lo que restaura el puente que Reinaldo cruzó y me hace ver, pasada la tormenta, que cuanto quede de nuestras vidas excitantes, de nuestros sueños, de nuestros amores, de nuestras titilantes y severas preguntas, es sin temor a equivocarme, la literatura.

Como han podido apreciar, no doy fechas, ni me detengo en el manido gesto de las generaciones, la poesía es un artefacto demasiado infinito para creernos sus conquistadores; es demasiado empinada su montaña, demasiados oscuros sus abismos; en medio de ese paisaje inconveniente, muy a pesar de la larga lista de olvidos en los que el hombre es un lugar común, Reinaldo García Ramos, a través de su obra, tendrá un pasaje permanente hacia los puentes del futuro.

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