Noche de la presentación del libro Teatro cubano de Miami
 
Miami, octubre 27 de 2010

Palabras de Rodolfo Martínez Sotomayor sobre como surge el proyecto del libro Teatro cubano de Miami

Como toda creación, la antología Teatro cubano de Miami tiene su génesis, no fue en una tertulia ni en un debate enjundioso sobre dramaturgia, sino una tarde en un restaurante de la ciudad, que por no ser patrocinador del Festival, no merece ser nombrado; además la comida no es tan brillante; no vale la pena. Eso sí, por económico es centro de nuestro culto a la gula, al punto que la asistencia a él en ese tiempo, era como a la iglesia, por un fundamentalista religioso musulmán. Esto hizo que lo bautizáramos como La mezquita.

En esa mezquita y en medio de una copa de vino, Luis nos habló del proyecto a Eva y a mí: una antología teatral de los cubanos de Miami. No teníamos un Festival, pero al menos, de esa manera, quedaría plasmado para futuros estudiosos del género, la obra de los dramaturgos locales, con algunos de sus más importantes exponentes.

Siempre he pensado que todo gesto de altruismo trae consigo una dosis de egoísmo. No creo en la autocracia ni en política ni en economía, ya que me parece que la mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos, es ayudando a los demás. Si contribuimos a la difusión de la literatura que comparta nuestros valores estéticos y éticos, lo estamos haciendo con nuestra obra en cierta forma.

Todo proyecto cultural es como un matrimonio, donde la voluntad de su existencia, reduce cualquier desavenencia en aras del bien común. En este caso, Luis de la Paz, el compilador, cumplía con todos los requisitos, que según mi juicio personal, debe de tener quien se lanza a la aventura de una antología. Luis es un periodista tenaz, colindante con la paranoia, obsesivo o loco de idea fija, para utilizar un término coloquial. De la Paz tiene una experiencia meritoria, editor junto a Juan Abreu, Carlos Victoria y otros, de la mítica revista Mariel, creador de revistas electrónicas de literatura, como El ateje y Nexos y de la recopilación, además: Reinaldo Arenas, aunque anochezca. Él es, sobre todo, un valioso conocedor del teatro de la ciudad, por ejercer durante muchos años la crítica teatral. Su amor a la dramaturgia es estable y duradero, que unido a su vehemencia, cuasi patológica, le da la pasión necesaria para un proyecto de esa magnitud.

Finalmente, nobles propósitos y adecuados métodos, consiguieron un feliz resultado: Teatro cubano de Miami, es un hecho consumado.

Como si fuera poco, por esas extrañas razones que pretenden hacernos creer en el sincrodestino y las llamadas magias negras en la antigüedad, esos magos omnipresentes, practicantes de la wika y la hechicería, conocedores además de la alquimia llamados Sandra y Ernesto, sacando poder de la nada (entiéndase por nada, carencia de recursos) inventan y logran el tan esperado Festival de Teatro en Miami, un adecuado espacio para el lanzamiento de este libro: una antología que reúne siete piezas escritas por dramaturgos de la ciudad, una selección que incluye cuatro generaciones con temáticas afines a la realidad inmediata, las circunstancias históricas y temas trascendentales como el amor, el egoísmo, la relación entre conocimiento y angustia, entre ignorancia y felicidad, en fin, un valioso aporte al arte dramático escrito por cubanos de Miami, que nos regala en una antología Luis de la Paz.

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