JOAQUÍN GÁLVEZ, EL PARIA VENCEDOR
Por Reinaldo García Ramos, Revista digital La zorra y el cuervo
Año II - Invierno de 2008

Cuando hace dos años nuestro amigo Joaquín Gálvez publicó su poemario El viaje de los elegidos, me pidió que dijera unas palabras para presentarlo, y yo accedí con gusto. En un breve texto que escribí para esa ocasión traté de expresar lo que en mi opinión era el tema más sobresaliente de esos poemas, a saber: "el viaje como metáfora de la existencia, como símbolo del transcurso metafísico que constituye toda vida". Y al comparar esos textos con los de Alguien canta en la resaca (su primer libro, publicado en el año 2000), dije en mi presentación que "la voz del poeta ha adquirido una coloración más irónica, más escéptica, y al mismo tiempo más convencida, más austera y directa".

En El viaje de los elegidos los lectores captaban enseguida esa unidad de intención y de tono. Los poemas de ese libro habían sido "gestados", según el propio Joaquín, en "corto tiempo, entre el 2000 y el 2002". Eso lo señaló el propio poeta en una entrevista publicada en julio de 2005,(1) en que añadió: "es ésta, sin duda, la razón por la que logro una cohesión temática y formal. (…) Este es un libro cuyo territorio existencial no es ningún lugar geográfico en específico y, aunque está permeado por la temporalidad, busca trascender la misma".

Han pasado dos años desde entonces. En Trilogía del paria, el libro que acaba de publicar, Gálvez vuelve a situarnos en ese viaje difícil del cuerpo y del alma que había descrito en su poemario anterior, pero en mi opinión ya no busca presentarlo como una experiencia unitaria o coherente, sino como el resumen de una serie de episodios inconexos. Ahora lo que hace es un resumen sobresaltado, pues en cada una de las tres partes en que se divide este poemario las coordenadas geográficas y anímicas que dan lugar al poema cambian, se superponen como contrastes o rupturas.

En este libro se agrupan textos escritos en un período prolongado de 21 años (1985 a 2006), y por eso el autor sabía que no podía buscar una unidad convencional de temas o de tonos, sino limitarse a pasar balance, con cierta humildad, a sus estados de ánimo en ese largo tiempo. Y ahora nos ofrece ese legado como quien muestra un álbum de imágenes que podrían resultar contradictorias, pero que siempre serán auténticas. Los textos abarcan, como dije, 21 años de labor, y marcan el itinerario del poeta por tres sitios muy distintos: La Habana, donde nació y vivió hasta sus 24 años; Nueva Jersey, donde pasó los primeros años de su exilio; y Miami, donde actualmente reside. Enfrentado en cada uno de esos sitios a circunstancias que se oponen de diversos modos a su vocación de escritor, Gálvez ha ido adoptando diferentes estrategias expresivas para seguir adelante, y este conjunto de poemas sirve de ilustración a ese proceso.

El elegido ha visto ahora su identidad con más precisión, y se nos presenta como un paria, lo cual en muchos aspectos equivale a decir una persona innecesaria o despreciada, un apestado. ¿Hay contradicción? No lo creo; por lo menos no la hay en términos de síntesis poética: porque el elegido era también, y lo fue siempre, un paria. El viaje del elegido conservaba ciertas ilusiones y esperanzas, pero ocurría en el mismo universo en que ahora transcurren los días del paria: un mundo utilitario, comercializado, donde la labor del poeta se realiza a contracorriente. Gálvez sabe que es un elegido, porque tiene el don de la palabra y la imaginación, pero sabe también que es un paria, es decir, simplemente un artista que lucha por sobrevivir y hacer su obra en condiciones adversas.

En las tres ciudades que este libro recorre, el paria nos muestra las dimensiones de esa lucha. En La Habana se describe a sí mismo como "un esquimal en los trópicos"; en Nueva Jersey recuerda al país dejado atrás, "donde la libertad reparte un universo de cuatro paredes", y afirma que es "un hijo bastardo de Norteamérica"; y en Miami, por último, nos dice: "yo soy el pistolero invisible, el vikingo tropical". En cada ciudad, por distintas vías y razones, siente su presencia como un hecho discordante.

Para concluir, baste con señalar que la única aceptación posible, el único espacio en que el paria y el elegido pueden sentirse plenamente recibidos, radica en el poema mismo, en la honestidad con que ese texto se ha escrito y la sensación intangible de liberación que su mensaje aporta. Por eso considero que este libro, Trilogía del paria, es una honrosa prueba de tenacidad creativa, pero también de fe en la palabra y su poder redentor. Con este poemario, el autor nos demuestra que no claudicó, que sus fuerzas interiores nunca lo abandonaron. Y es él, en definitiva, quien ha vencido.

(1) "Cinco preguntas a Joaquín Gálvez" por Luis de la Paz, Diario las Américas, julio 31 de 2005.

 
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