'VEINTIÚN CUENTOS CONCISOS'
Por Luis de la Paz, Diario Las Américas
Jueves, 2 de abril de 2009

El escritor cubano Juan Cueto-Roig, a quien se le conocía fundamentalmente como poeta -En la tarde, tarde y Palabras en fila, en clase y en recreo-, ha venido desarrollando una activa labor como narrador desde el advenimiento del nuevo siglo, con Ex-Cuetos (2002), Hallarás lobregueces (2004), crónicas, relatos y cuentos lóbregos, Verycuetos (2007), una serie de crónicas y reflexiones del acontecer diario y más recientemente Veintiún cuentos concisos (Editorial Silueta, 2009), recopilación de relatos, que lo sitúan como uno de los más notables escritores cubanos en el manejo del difícil género del cuento, pero del cuento realmente breve, lo que resulta un verdadero desafío para el narrador.

Como bien lo señala el título, son veintiún relatos con algunas historias ingeniosas como Los nichos vacíos, donde las guerras y las religiones van de la mano en un texto reflexivo y agudo. Otros ocupan un espacio íntimo, que tocan más de cerca, como Un tiempo nada más, Una mañana de domingo y El río, tres relatos que marchan de la mano en el libro, uno a continuación del otro, dejando al lector sin aliento, donde se regresa a la infancia, sobre todo en el primero y se ofrece una visión sobria del mundo de un niño herido por su realidad. Estos textos despliegan un fresco, donde la fluidez de la narración, transmite desamparo y un ambiente desolador.

Cueto-Roig escribe con una precisión de relojería atómica, cada palabra está cincelada para ocupar su lugar en el relato, pero ese cuidado extremo no afecta la espontaneidad con que expone las ideas. Sus textos son cultos, sutiles, irónicos y penetrantes. Esa agudeza expresiva y también corrosiva, recuerda la sátira erudita y suspicaz del Will Cuppy de Decadencia y caída de casi todo el mundo, donde se recorre la historia y se examinan eventos a través de la sagaz reflexión, con humor y erudición.

Con economía de palabras, sin derrochar los recursos de que dispone, Cueto-Roig brinda relatos con una prosa limpia, clara y un delicado sentido de los elementos que requiere cada relato. Algunos de ellos, como Mira la hora que es..., un estremecedor texto que describe una abrasadora escena de violencia, miedo y angustia. Este tal vez sea uno de los mejores ejemplos de esta manera de decir y de conducir al lector por un escenario pavoroso. Menos impactante, por ser más sarcástico es El cuchillo, que ambienta una escena que resalta por lo absurda. Estos relatos de impacto se enriquecen con Coser y cantar, La teoría binaria y el más delicioso de todos, El pintor y el crítico.

Sin duda Juan Cueto-Roig se sitúa al lado de los grandes cultivadores del cuento en América Latina, como Jorge Luis Borges por la profundidad, Augusto Monterroso por la brevedad y Juan Rulfo por la simplicidad para narrar episodios estremecedores.

En Veintiún cuentos concisos, su autor ofrece impactantes narraciones que van de lo ingenioso a lo crudo, de lo posible a una irrealidad convincente. No creo que exista en la actualidad, dentro o fuera de la isla, otro autor tan elegantemente discreto, tan cubano y cosmopolita a la vez, tan tímidamente provocador. Un maestro de la media risa, reflexivo y mordaz, pero siempre escueto.

 
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