|
||||||||||||||||
Noche de la presentación
del libro Cuaderno para el viaje
|
||||||||||||||||
Miami,
abril 19 de 2017
|
||||||||||||||||
Palabras de presentación por Lilliam Moro Para hablar del poemario Cuaderno para el viaje, de Eduardo Mesa, se impone una reflexión sobre el concepto de VIAJE, tema que se anticipa en el título del libro. El ser humano siempre ha sentido un imperioso afán de búsqueda, aunque no sepa exactamente qué buscar. Quizás el impulso parte de la necesidad inconsciente de viajar a su interior para saber quién está detrás de su nombre y apellidos, pero en la mayoría de los casos su movimiento se dirige a un objetivo espacial fuera de su entorno conocido. La historia de la humanidad no podría explicarse sin referirnos a esa experiencia que crea un espacio y un tiempo a la medida del protagonista. La historia del individuo es la historia también de un eterno desarraigo. Así, pues, el viaje es el único acontecimiento humano que no ha dejado de ser a través de los tiempos y que incluso en ciertos períodos cobra dramática vigencia, llamémosle éxodo, exilio o migración. A nivel mundial estamos asistiendo en la actualidad a una impresionante desbandada de seres humanos. Durante la Edad Media y el Siglo de Oro los fugitivos de la Justicia podían acogerse a sagrado, o sea, entrar en una iglesia para quedar bajo la protección de otro poder, el eclesiástico. Modernamente se puede pedir asilo en algunas embajadas porque significa entrar en territorio extranjero bajo la custodia y protección de las leyes de otro país. Y qué mejor ejemplo que la masiva ocupación de la Embajada de Perú en 1980 en La Habana, donde llegaron a refugiarse 10.000 cubanos en una superficie insuficiente para albergar tal cantidad de personas. ¿Pero cuál es el viaje que da título al libro de Eduardo Mesa? Creo que en él hay varios tipos de viaje, y el primero de ellos sería el exilio, que no es otra cosa que un viaje contra natura. Y esa travesía no estuvo impulsada por la simple curiosidad, o el intento de mejorar un destino personal, sino por un instinto de conservación. Huir de aquello que define como: |
||||||||||||||||
Era un lugar donde faltaba el aire, |
||||||||||||||||
Parece que en la motivación del viaje de este poeta hay un imperativo ético para que no sucumba el alma por respirar el miedo, la mediocridad y la influencia de ese ente que el poeta llama El hombre nada. Hay en su libro un poema especialmente ácido y compasivo a la vez: |
||||||||||||||||
SOMOS UN PUEBLO ESCLAVO, |
||||||||||||||||
Una vez que se toma la decisión de marcharse, se van perdiendo
de antemano las referencias vivenciales, cotidianas, afectivas. Es el
desasimiento a la fuerza. A estos poemas los envuelve el hálito
de la pérdida. |
||||||||||||||||
La mayoría de la gente se engaña mediante una doble creencia errónea: cree en el eterno recuerdo (de la gente, de las cosas, de los actos, de las naciones) y en la posibilidad de reparación (de los actos, de los errores, de los pecados, de las injusticias). Ambas creencias son falsas. La realidad es precisamente al contrario: todo será olvidado y nada será reparado. El papel de la reparación (de la venganza y del perdón) lo lleva a cabo el olvido. Nadie reparará las injusticias que se cometieron, y todas serán olvidadas. |
||||||||||||||||
La mirada del que regresa no es la mirada del que se fue. La memoria
recrea el recuerdo, lo matiza, lo embellece porque el mito es más
poderoso que la realidad Y aquí Cuando se habita en la orfandad no pueden hacerse preguntas porque
se sabe que no habrá respuestas, como dice el poeta: no
hay más señal de Dios / que su silencio. Así
son sus versos: escuetos, humildes, desolados a veces, aferrándose
a una fe que aunque no lo explique todo, al menos lo protege con su
amor. |
||||||||||||||||
A veces creo que sólo
soy un hombre entre el dolor y la esperanza, con la impaciencia de un camino. |
||||||||||||||||
El exilio ya lleva implícito el viaje interior sin asideros referenciales, solo frente al vacío, como una prolongada noche oscura del alma, para usar una frase de San Juan de la Cruz. O para decirlo con los versos de Eduardo: | ||||||||||||||||
El tiempo de las sombras
se ha hecho largo, queda una costra dura |
||||||||||||||||
Creo que en estos dos versos Eduardo Mesa ha logrado la mejor de sus metáforas: esa costra que todo emigrante lleva en el alma. | ||||||||||||||||
|
||||||||||||||||
silueta@editorialsilueta.com |
Copyright © Editorial
Silueta
|