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HABLAR DE GUILLERMO ROSALES: IMPRESCINDIBLE
Y NECESARIO Desde la publicación de Sobre los pasos del cronista (El quehacer intelectual de Guillermo Cabrera Infante en Cuba hasta 1965), Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco se revelaron como unos investigadores dignos de atención y encomio. Y es que este binomio rastrea hasta la saciedad el devenir vivencial y literario de quienes eligen como objeto de investigación, simultaneando técnicas periodísticas -la entrevista y la imagen gráfica, entre otras- con la lectura acuciosa de cuanta bibliografía exista en torno al tema que han elegido. Una vez que han recopilado toda la información a su alcance, elaboran un discurso ensayístico en el que se fusionan sus juicios valorativos, tanto históricos como literarios, con un recuento cronológico en el que las voces autorales se acercan más a las de un narrador omnisciente, típico de una novela realista, que a la de un crítico distanciado. A la atracción de tal discurso se suma la elección temática, si tomamos en cuenta que hasta el momento se han adentrado en figuras y períodos de la cultura cubana que han sido, en el mejor de los casos, abordados desde visiones críticas mediatizadas y parciales. Romper el silencio y rescatar zonas de la memoria de la cultura cubana son, sin duda, los móviles fundamentales que han animado a Elizabeth y a Carlos. Hablar de Guillermo Rosales, volumen publicado el pasado año por la Editorial Silueta, de Miami, da fe de ello, y se suma a este empeño sostenido de ambos investigadores. Dicho volumen constituye el acercamiento más lúcido y completo que se ha escrito hasta el presente acerca de Guillermo Rosales, un narrador cubano excepcional con una gran parte de las circunstancias de su vida confabuladas para que aún resulte prácticamente desconocido: se marchó de Cuba en 1979 habiendo solo publicado artículos periodísticos y un fragmento de novela inédita en La Gaceta de Cuba,1 diez años antes de partir; su única novela publicada en Miami apenas tuvo difusión allá y menos aún aquí, ni siquiera por haber sido premiada en un certamen de envergadura literaria,2 y muere, con apenas 47 años, dejando una escasa obra inédita, pues por sus padecimientos siquiátricos destruyó la mayor parte de lo que escribió. Pese a este sino trágico que lo acompañó, la obra publicada luego de su fallecimiento (cuentos dispersos y la novela que fuera finalista del Premio Casa de las Américas), así como la revalorización de su novela Boarding Home por la crítica especializada, son suficientes en sí para enfatizar la trascendencia literaria de este autor. En pos de demostrar tal trascendencia se lanzaron Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco hace más de diez años, como lo atestiguan las fechas de las entrevistas que realizaron y que integran la segunda parte del volumen. A lo largo de las tres secciones iniciales de la primera -como también, parcialmente en la número V- se describe cronológicamente la trayectoria periodística del autor (en la revista Mella y con posterioridad en otras publicaciones de sectores industriales) y se valora su singular perspectiva escritural, a pesar de la aridez temática de las crónicas y trabajos divulgativos que le tocó asumir. En las secciones IV, V, VI y VII los investigadores narran, analizan y entrelazan con amenidad y precisión a un tiempo, las lecturas que nutrieron a Rosales, cómo vertió estas -en estrecha conjunción con su convulsa existencia, tanto en Cuba como en Miami- en las novelas El juego de la viola y Boarding Home, así como en sus cuentos agrupados bajo el título de "El alambique mágico", algunos de los cuales fueron publicados en vida del autor y otros incluidos, con posterioridad, en antologías y revistas. En la sección VIII, Mirabal y Velazco diseccionan acuciosamente la novela Boarding Home y la sitúan donde se merece, dentro del corpus literario cubano. Paralelamente, intentan desbrozar el camino -infranqueable por las fusiones-, de su autobiografía y de la historia recreada, pues con frecuencia la escasa crítica sobre Rosales ha manejado esta relación de una manera simplista. De tal suerte afirman:
Como un juego de espejos, o una visión-otra, los lectores deben asumir la segunda parte de Hablar de Guillermo Rosales. Y es que las siete entrevistas incluidas, fuentes esenciales de las que bebieron los autores para estructurar los recuentos de la primera parte, iluminan y reflejan aristas de muchos de los aspectos biográficos ya abordados en la primera parte, pero ahora desde la visión subjetiva de cada uno de los entrevistados. Este proceso amplifica, matiza y complementa la imagen de ese hombre atormentado y genial quien, como un equilibrista, mantuvo a todos los que lo rodearon en perpetua zozobra. Su salto fue mortal, pero el legado de su intrepidez literaria es innegable. Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco nos incitan, con inteligencia y objetividad, a conocer su obra, a hacerla nuestra y universal. 2014 -------------------------------------1 Apareció con el título de
Sábado de Gloria, Domingo de Resurrección, con
el cual había competido en el Premio Casa de las Américas
1969 y fue publicada póstumamente, en 1994, con el título
de El juego de la viola. |
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