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REINALDO GARCÍA
RAMOS PRESENTA 'RONDAS Y PRESAGIOS' Los
cubanos cienfuegueros pueden estar orgullosos de un poeta de su región
que ha sabido ganarse el respeto de sus pares con cada libro que ha
publicado: Reinaldo García Ramos. El escritor se marchó cuando pudo de la isla, por el éxodo del Mariel, en 1980, y se radicó en Nueva York, donde trabajó como traductor de las Naciones Unidas durante 12 años, y como editor de diversos órganos de prensa. Uno de ellos fue la principalísima y legendaria revista Mariel, en la que colaboró con Reinaldo Arenas y Juan Abreu. DE
NUEVO EL KOUBEK CENTER Sobre García Ramos habló su editor, diciendo que tiene "una jerarquía que merece respeto, que lo distingue de aquellos que están dando los primeros pasos en el mundo de las letras". El pudor con que se le acercó cuando lo conoció, se debía a que se daba cuenta de esa realidad. El azar los juntaría luego, porque fue el primer presentador de la editorial Silueta cinco años más tarde, y también los acercaría después la muerte del amigo que los presentó, Carlos Victoria. "En su proyecto unipersonal, la revista digital de poesía Decir del agua, titánica labor que realizó durante seis años, pudo mantener sin decirlo ese mismo postulado plasmado en el primer número de Mariel, que decía: 'Rechazamos cualquier teoría política o literaria que pueda coartar la libre experimentación, el desenfado, la crítica y la imaginación, requisitos fundamentales para toda obra de arte'", dijo Sotomayor. "Las únicas armas de Reinaldo habitan entre los versos, en la combinación acertada de los sonidos, en las agradables resonancias". Valls afirmó que este libro es en esencia el resumen de una vida que no se dejó conquistar por las rasgaduras, que se puso a salvo de la idolatría. "Cuanto queda de nuestras vidas es la literatura", dijo. Para clasificarlo no dio fechas, ni nombres, ni artefactos de generaciones, porque para él la poesía trasciende todo eso. Y se atrevió a leer -él también- un poema, La mano de madera. LA
COLECCIÓN Rondas y presagios no es una antología, dijo el autor, sino una colección de todos los libros de poemas publicados fuera de Cuba y algunos poemas inéditos. Aquí se reúnen: Los viajeros, 69-74; Personajes que pasan, 72-74; Lugar sitiado, 1976; Espacio a prueba, 80-86; Caverna fiel, 87-92; En la llanura, 93-99; El ánimo animal, 2004-2005; Obra del fugitivo, 2005-06; Únicas ofrendas, 1002-12 (inédito); y poemas no recogidos en libro. Los tres primeros libros fueron escritos en La Habana, y el resto en Estados Unidos. El primer poema que leyó fue de Los viajeros, el cual escribió en una atmósfera asfixiante dijo, cuando los poetas Belkis Cuza Male y Heberto Padilla habían sido arrestados. Ya en los 70 se refugió en el legado cultural, como sucede en el poema sobre Alice B. Toklas, la amante de Gertrude Stein, un poema totalmente escapista. El tercer libro escrito en Cuba se refiere a las reuniones que tenían en el Parque Lenin, y de ahí leyó Las sillas voladoras, que comunica el hastío de la espera sin saber a dónde partir "en el tiovivo de los espantos y las gracias". De ese modo, sus poemas fueron siempre escritos en relación con su vida interna afectada por la circunstancia, la colección es casi una autobiografía a retazos, lo que me conmovió y animó a preguntar por la franqueza con la que podría haber expresado su verdad. "No es poesía intelectual ni conceptual", asintió el poeta. "Tiene que ver con la vida". E incluso su libro del 2006, en el que confiesa un encuentro de amor, se refirió a una realidad vivida, cuando leyó el poema En el bosque. Ahora está preparando la segunda parte del libro testimonial, Cuerpos al borde de una isla: Mi salida de Cuba por el Mariel (2010). |
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