'DE UN TIEMPO DESLUMBRADO'
Por Jorge Domingo Cuadriello, Espacio Laical
Año VII - No. 29; Enero-Marzo 2012

Después de una sostenida labor de creación poética, que lo llevó a participar en el movimiento de talleres literarios, obtener varios premios en su ciudad natal, Holguín, y de haber publicado varios volúmenes de versos, entre ellos los titulados Bajo un cielo tan amplio (1986), Testigo de los días (1988) y Anotaciones para un archivo (1999), Alejandro Fonseca ha reunido en este libro algunos de sus poemas de mayor calidad, ya dados a conocer, y otros que aún permanecían inéditos. A partir del encuentro con toda esta secuencia ordenada cronológicamente podemos apreciar el proceso evolutivo de su mundo expresivo y temático, que transita de la evocación, el entorno de la ciudad, los amigos y las experiencias existenciales cercanas, como las relaciones amorosas, a un nivel de abstracción mucho mayor en el que se manifiestan preocupaciones de raíz más profunda. Desde sus inicios este poeta había dado muestras no solo de una notable madurez, sino de la búsqueda de una voz propia, que estuviese apartada de las tendencias que entonces demostraban una mayor vitalidad: el conversacionalismo, el neocriollismo, el intimismo... El presente volumen viene a demostrar que ha avanzado con pie firme por ese camino.

Autor del excelente poema "Bajo un cielo tan amplio", lleno de sugerencias y de moderadas insinuaciones a la soledad, la duda y el desgarramiento íntimo, prefirió en un momento volver la mirada a la juventud ya transcurrida, en la que coexistieron el entusiasmo y la ingenuidad ("Entre el sol y las piedras de la mañana"), el amor que se frustró ("Poema para María") y el afán de aventuras ("El mar inalcanzable"). Mas también de modo simultáneo dio muestras de cierta voluntad de reflexión, como se observa en la simbología que encierra el poema "Buey". Con posterioridad, ya con un mayor grado de sapiencia, ha de escribir: "Nos queda (como estricta pertenencia) / las libres pulsaciones de la sangre / y la zona inconfiscable de los sueños" ("Transfiguraciones").

Por haberse desempeñado durante largo tiempo como mecánico ajustador de máquinas herramientas en la fábrica de combinadas cañeras de Holguín, algunos críticos intentaron catalogarlo de poeta-obrero, algo así como de un nuevo Regino Pedroso. Pero en su poesía no se hallan "salutaciones fraternas al taller mecánico", sino el latido interno de un hombre que ha conocido de igual forma el júbilo, la infelicidad y "el desacierto de estar solo" ("Un laberinto").

Hace algunos años Alejandro Fonseca marchó a residir en Miami, un cambio de gran significación que implica transtierro y en muchas ocasiones ha representado rupturas, inadaptación y despedidas definitivas. Sin embargo, en su caso personal la fidelidad a las raíces no se ha difuminado y con toda razón ahora puede declarar: "soy el que siempre regresa / tanteando con furor el borde de una Isla. / Soy el que no ha podido alejarse" ("De un tiempo deslumbrado"). Dondequiera que se encuentre, ante los ojos de este poeta siguen corriendo las aguas del río Marañón.

 
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