'LO QUE SE HA SALVADO DEL OLVIDO', UN AMARGO TEXTO SOBRE LA ORFANDAD
Por Luis de la Paz, El Nuevo Herald
Sábado, 24 de agosto de 2013

Lo que se ha salvado del olvido (Editorial Silueta, 2013) del escritor cubano Juan Cueto-Roig, más que un libro sobre la infancia, es un amargo texto sobre la orfandad. Para muchos transitar por el mundo de la niñez resulta una inmersión en una de las etapas que, casi como un axioma, se define como el período más maravilloso de la vida, pero no siempre resulta así. Hay casos, en los que los años formativos (con razón, se dice, fomentan casi todo lo que seremos en la adultez), describen un escenario de desolación y abandono, haciendo que lo mágico, se torne doloroso, que las sombras y emociones, reflejen turbulentas alucinaciones. Así veo este singular libro de Cueto-Roig, como un intenso esfuerzo por reconciliarse con unos eventos que marcaron irremediablemente su infancia.

Durante la presentación del libro, en un encuentro convocado por el Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio, el autor señaló que: "De mi infancia podría decir que fue la peor época de mi vida por la doble orfandad, los desarraigos físicos y sentimentales, el orfanatorio y finalmente lo que venía a ser la definitiva separación familiar, cuando a los 12 años me enviaron al seminario en México". Esas palabras resumen la esencia de lo que es en sí este volumen de apenas 111 páginas, un viaje agónico a lo más íntimo del autor, a través de viñetas que trazan su historia personal.

Lo que se ha salvado del olvido cuenta los primeros años en la vida del enigmático y siempre sorprendente Juan Cueto-Roig. Los sucesos que narra provocan estupor y desasosiego. Al menos así se perciben. Su libro es un recuento doloroso de su infancia. En sus páginas se teje una saga familiar, que consigue conducirnos a episodios que exaltan momentos extraordinarios, de sacrificio y amor filiar. Aunque el personaje principal de los relatos no tiene nombre y la visión que se ofrece es la del adulto mirando la infancia, en ocasiones es fácil encontrarse al niño, escuchar su voz. El libro abre con el nacimiento del narrador, acontecimiento que dejó huérfanos a cinco hermanos, viudo y desorientado a un hombre al cuidado de toda una familia, y fuera del monasterio a la tía Elpidia, novicia del convento María Auxiliadora en La Habana, que recibió permiso para acudir a los funerales de su hermana "y como no hubo otra persona que quisiera hacerse cargo de nosotros, pidió una prórroga a su licencia […] Por un tiempo siguió vestida de monja, y en varias imágenes fotográficas y en difusos rincones de mi memoria aparece una mujer con hábitos negros que contempla con tristeza al niño que tiene en sus brazos", escribe Cueto-Roig. Este es el tono general del libro, una descripción pausada y sobria de los distintos contextos en los que transcurrió la infancia del autor.

Los capítulos son cortos y trazan de manera cronológica -o quizás como los recuerda-, los eventos que tuvieron lugar a lo largo de esos difíciles años, contando anécdotas, incluyendo fotografías y sintetizando algunos episodios en poemas que preparan el terreno para cerrar o ampliar algún relato. A veces estos poemas también funcionan como contrapunto y homenaje a la familia.

El agudo y a veces ácido humor que caracteriza gran parte de la obra de Juan Cueto-Roig, está casi ausente en estas páginas. Y no podría ser de otra manera. Hay un distanciamiento duro pero muy efectivo que conduce a una desolación arrasadora, contrastante con las coloridas imágenes y las fotos personales y familiares que ilustran el libro.

Si como afirmara Rainer María Rilke "La verdadera patria del hombre es la infancia", entonces, estoy casi seguro, que el protagonista de estas memorias se declararía apátrida. La ausencia del ser protector que se espera tener al lado por mucho tiempo, solo conduce a un intenso caos existencial, que quizás se resuma en estas reflexiones: "Aunque hacía tiempo me había percatado de que Elpidia no era mi madre […] con el nacimiento de mi primo me di cuenta de que yo no pertenecía por completo a nadie, que para nadie era necesario ni imprescindible, y que podría desaparecer sin que ninguna persona se viera profundamente afectada".

Lo que se ha salvado del olvido es un libro duro, un recorrido por las horas más amargas en la vida de un ser indefenso y atormentado.

 

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