'SAKUNTALA LA MALA' AL PODIO
Por Olga Connor, El Nuevo Herald
Martes, 22 de septiembre de 2009

Una gran cantidad de amigos y admiradores, estudiantes y fanáticos se reunieron en la sala del Centro Cultural Español (CCE) el jueves pasado para escuchar al raconteur inimaginable que es Daniel Fernández. Su nueva entrega "novelaría", por no decirle novelística, ya que es historia muy real y muy ficticia a la vez, es Sakuntala la Mala contra la Tétrica Mofeta (Editorial Silueta), en la que los motes se refieren al propio Fernández (Sakuntala) y al novelista cubano Reinaldo Arenas (la Mofeta).

Si Fernández siempre escribiera como habla, que es lo que hace en este caso, sería triple bestseller. Sus ocurrencias son legendarias. Habría que ponerle una grabadora permanentemente en el pecho, porque al punto de decirlas se le olvidan. Pero no en este libro, cuya resonancia será importante para la literatura cubana, como dijeron sus presentadores, Rodolfo Martínez Sotomayor y José Abreu Felippe, los que se pusieron a la altura de las circunstancias y tiraron al autor a broma en varias instancias.

Sotomayor se enteró de que Sakuntala la Mala, del que había escrito el enfant terible de las letras cubanas Reinaldo Arenas, era aquel crítico de óperas y jardines de El Nuevo Herald, que lo mismo defiende a Salieri contra Milos Forman, en su cinta sobre Mozart, que es capaz de autodenominarse "el bejuquero del exilio". Por eso puntualizó que probablemente Celia Cruz lo presintió cuando cantaba el inmortal "yerberito", no sin antes dejarnos una muestra de cómo Daniel es capaz de arrasar verbalmente a cualquier inocente que lo importune.

Por su parte Abreu Felippe tenía la ventaja de haber conocido al otro personaje del binomio. Arenas, la "Mofeta", y podía dar fe de que esta novela le habla a su generación: la del Mariel. "Tuve la suerte de conocer a Reinaldo Arenas siendo un adolescente y aunque ya en aquellos tiempos yo tampoco era un dechado de cordura, me maravilló su arrebatada sencillez, su obsesión por la lectura y su irreverencia ácida", dijo Abreu Felippe. Relató cómo era un "guajiro cerrero", pero también un personaje que se retrataba en sus propias novelas. "El nombre [la tétrica mofeta] está relacionado con el título de la segunda novela de su pentalogía. El palacio de las blanquísimas mofetas, que no es más que una metáfora del país y de aquella cosa horrenda que estábamos viviendo y que todavía continúa", añadió Abreu Felippe. Luego nos alertó sobre la mítica novela Truca Pérez, que escribía Daniel Fernández en Cuba -porque nadie la conocía-, pero que le ocasionó a su autor cuatro años de cárcel (porciones se rescatan en ésta).

Por ser una descripción fidelísima del autor, transcribo lo que dijo Abreu Felippe de su perfil como astrólogo, que conoció al encontrarse por primera vez con Fernández en una galería de Miami: "Creo recordar que me dijo que ya sólo leía libros de jardinería y que Urano, formando aspectos negativos con Neptuno, impedía la reforestación del Prado de La Habana, por lo cual La Engañadora no tendría otra opción que suicidarse, si es que aún estaba viva. Si no fue eso lo que me dijo, sería algo delirantemente parecido. Huí espantado".

El escritor, que no vino vestido como "Sakuntala la Mala", como había prometido, sino con una camisa de boda comprada en el Ecuador, confesó que el libro lo había escrito "con mucha velocidad y muy auténticamente", y que sabía que había puesto algunas cosas que son peligrosas, pero para eso se escribe. "La palabra, decía Martí, es para decir la verdad no para ocultarla", afirmó, y "hay cosas que son tremendas, porque los cubanos nos reímos hasta de nuestra propia desgracia".

Contó las reacciones de sus lectores, para enfatizar que es una novela global, aunque es el resumen de estos últimos 50 años en Cuba, desde la visión de su generación. "Terencio dijo que nada humano le era ajeno y cuando se tiene corazón, todo el mundo se puede identificar con lo que le ha pasado a los cubanos", apuntó. "Toda literatura es una venganza, y ésta no es contra Reinaldo, sino contra muchas cosas, es una venganza dulce, porque hay trascendencia, reconciliación".

 

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