'MICHAEL MIRANDA, POESÍA Y EXILIO'
Por Ena Columbié, El Exégeta
Viernes, 8 de agosto de 2014

Michael Miranda (Cueto, Cuba, 1974) es un poeta sorprendente. Graduado de Comunicación Social, ha ejercido como periodista y publicado los poemarios Viejas mentiras de otra clase (2000), Las invenciones del dolor (2001), En óleos de James Ensor (2003) y su título más reciente, en país extraño (2014).

Miranda viajará desde Texas, en donde reside desde 2008, a presentar el poemario el jueves 7 en el Centro Cultural Español de Miami.

Primero leí los poemas de Miranda publicados en la Revista Conexos; luego haciendo una búsqueda, encontré su interesante artículo Despedida a un escritor desconocido, aparecido en la revista digital Cubaencuentro -a raíz de la muerte del escritor ruso y Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn-; y ahora, gracias a la gentileza de Rodolfo Martínez Sotomayor, director de la Editorial Silueta, tengo en mis manos en país extraño, publicado por este sello editorial.

El libro es un acierto, contiene alrededor de 40 poemas que resucitan recuerdos dolorosos de Cuba, es la purga que casi todos los escritores deben pasar en un exilio para sacudirse la nostalgia. Miranda escribe: "Huele a muerte la piedra en el aire y es un querer salir a flote. yo intento. estoy en santiago. estoy vivo. si viajo sangro la vieja herida del que erró y enjaularon". Desde un extraño país, el poeta puede tener una mirada más certera, más cercana a la verdad, sentir que debe decirla, y la dice bien: "hemos esperado tanto que nada cura este querer decir (…) esperé tanto que nada me salva/ nada salva de este no decir".

Uno de los paradigmas de la poesía moderna, Charles Baudelaire, dijo que la poesía, como toda la literatura y creación artística, es "desfiguración", el empeño de interpretar la realidad digamos que disimulada. Este libro de Miranda es un buen ejemplo de esa desfiguración de la que hablaba Baudelaire. Es una poesía contundente, que demuestra que han quedado atrás los tiempos del romance y el sufrimiento wertheriano; que la poesía como la fotografía, ansía la perfección de un momento único donde confluyan confusión y asombro. "La guerra es dibujar un campo/ y soldados masticando dados de azúcar/ entre animales muertos" nos dice, y la imaginación se abre a cadáveres humanos, regados y ensangrentados, sucios; realmente en su condición incivilizada de animales. Esa es la verdadera gestión poética, lograr que lo no dicho, se imagine.

La poesía de Miranda también es historia: "Hacen falta tres legiones para matar el hambre/ tres veleros partiendo las aguas"; y tradición: "no podía saber la utilidad de la virtud. Es lecturas: "fui el doble farolero/ el alucinado"; y rejuego que se aprende buscando ese equilibro entre el velo y la realidad: "Duele en la mano tener que cifrar/ la vida recta/ la vida del que no repta/ la vida que nos restan".

 

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